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Óscar Blas Tarazona nació en San Luis, en el Callejón de Conchucos ('Tierra del agua'), en la vertiente oriental de la Cordillera Blanca. Lugar de singular belleza, rodeado de nevados sagrados (jircas) y míticas lagunas chúcaras, con más de tres mil años de historia, cerca de donde florecieron las culturas Chavín y Recuay y se asentaron posteriormente los incas.
En 1982 el joven Tarazona entra a estudiar a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, donde proseguirá su aprendizaje del dibujo y la pintura hasta 1988. Durante ese período también se inicia en el estudio de los instrumentos andinos de viento, e integra la asociación cultural Runa Taki. En los años 90 viaja a la Florida. Lejos de su tierra, se descubre ciudadano de una patria mayor: la América nuestra. Junto a otros músicos latinoamericanos funda los grupos Inka Maya y Espiral Nazca. En 1997 se une al grupo Inkarrí con el que realiza giras por Estados Unidos y Canadá. Desde 1998 trabaja con el brasilero Carlos Muñoz de Native Spirit con quien graba “Spirit Dance”. Se inicia en el manejo de las nuevas tecnologías y explora su uso como herramienta durante su proceso creativo.En 2002 empieza su trabajo como solista con el nombre de Oshka. Artista polifacético, su producción combina música andina, poesía y arte digital.
La muestra Peruanicemos al Perú que presentamos en el Museo José Carlos Mariátegui, aborda un amplio abanico de temas sobre la realidad peruana. Desde motivos históricos, como la gran rebelión de Túpac Amaru y Micaela Bastidas: “Volveré y seré millones” y la “Gesta de Simón Bolívar”; hasta estampas costumbristas que recrean el paisaje andino, como “Aporcando la tierra” o “Paso Huanquilla”. Por supuesto que no faltan los homenajes a las grandes figuras de la cultura nacional como los retratos del poeta César Vallejo, el cineasta Fico García o el charanguista Jaime Guardia. Mención aparte merecen el tributo a Máxima Acuña y el cuadro dedicado al Amauta José Carlos Mariátegui, que da título a la exposición.
Con personal estilo, Oshka se mueve con soltura entre una pintura figurativa marcada por una osada paleta que hace recordar la versatilidad cromática de los textiles andinos; otra, de tonos alegóricos, como el retrato de “José Rukana” o “Sembrando libros”; y un surrealismo andino, en el que, con trazo firme y pincelada vibrante, el artista plasma visiones oníricas como las que aparecen en su obra “No al infierno capitalista” en la que los explotadores son representados como aterradores diablos y pishtacos.La denuncia social atraviesa la mayoría de sus obras, como en el caso de “Madre coraje”: un testimonio de la desprotección en la que se encontraron los pueblos andinos frente a la pandemia de covid. Tampoco falta la denuncia política como “En el camino rojo, rumbo a la toma de Lima”, “El arte de la rebelión”, o “Vuela alto, Clemer” en homenaje al adolescente mártir asesinado por la policía en Ayacucho, durante las protestas de diciembre 2022.
Oshka Tarazona inició su periplo vital con una chuspa llena de pinceles, quenas y zampoñas. Necesitaba ver el mundo y hacerle conocer a todos cómo silba el viento en su 'Tierra del agua', y cómo reflejan la luz las nieves perpetuas de las jircas y los apus. Al cabo de veintitrés años, ha regresado a casa transformado. Hombre andino y, a la vez, cosmopolita, ahora trae una mochila repleta de experiencias compartidas. Dice Antonio Cornejo Polar que el sujeto migrante “habla desde dos espacios”, desde “dos sistemas culturales distintos”. Y, sin embargo, sigue siendo el mismo/renovado caminante.
Kachkaniraqmi, diría Arguedas. Oshka lo dice pintando.
¿Cuándo y dónde?
Miércoles 13 de marzo
7:00 p.m.
Auditorio: MJCM